No huyas, observa

Es más fácil huir de los problemas,
evitar lo que nos hace daño para así poder protegernos.
Es más fácil vivir a ciegas o dormido,
que enfrentar la realidad.

Porque, a veces, simplemente te tapas los ojos, no quieres saber la verdad,

o más bien, no la quieres escuchar de boca de los demás.

Pero cada una de nuestras relaciones,
cada comportamiento que nos molesta de otros,

cada aspecto de los que huimos, está en nuestro interior.
Tan solo tenemos que 👁️👁️observar,
para después poder aceptar.

Así de simple,
así de complejo.

 

#CeliaTeinspira

El Amor une almas en vida

Comparto un pequeño poema escrito desde el corazón:

Nuestras almas ya estaban destinadas a encontrarse.

No importa los caminos que hayamos recorrido,

no importa los obstáculos que hayamos superado,

ni lo que nos ha costado cruzarnos.

Lo que de verdad importa,
es la confianza que teníamos en la vida.
Y en que nunca dejamos de CREER que el verdadero AMOR,
el consciente, el que nace y jamás muere, era tan potente que, tarde o temprano,
uniría nuestras vidas.

#CeliaTeinspira

Vuélvete Auténtico

Uno de los mayores retos de la vida es aprender a ser auténtico. Desprenderse del Ego que hemos construido durante años, el cuál, lo único que hace es darnos una falsa seguridad y protección, es todo un acto de valentía al que muy pocas personas acceden. En un mundo donde reina la desconexión, «Nadie es como parece«. Nuestras máscaras nos impiden conocer y conectar con las personas, y por tanto nos impiden amarlas de verdad.

🔼¿Porqué tenemos tanto miedo a mostrarnos tal y cómo somos?🔼

Yo considero tres factores fundamentales:

  • Miedo al qué dirán: lamentablemente nos importan demasiado los comentarios ajenos. Estamos más pendientes de lo que opinan otras personas que de cultivarnos interiormente y reforzar nuestra confianza y autoestima.
  • Miedo a sentirnos vulnerables o débiles: al mostrarte tal y cómo eres las personas ven tus temores, tus inseguridades, tus frustraciones y se abre una brecha a través de la cuál te puedes sentir herido.
  • Miedo a no ser amado y aceptado: a veces, las personas prefieren ajustarse a los cánones requeridos por un grupo, comunidad o sociedad, para sentirse integrados, aunque piensen y/o sientan de manera diferente. Este miedo lleva consigo intrínseco un temor a la soledad.

De estas cuestiones reflexiono en este pequeño vídeo que puedes encontrar en mi canal de YouTube 🎥

Frase para tu inspiración:
«Estoy muy agradecida por sentirme vulnerable, porque implica que estoy viva»

Brené Brown, autora del libro -El poder de la vulnerabilidad-

#CeliaTeInspira en inteligencia emocional

Nadie es como parece

“Cuando éramos niños, pensábamos que cuando fuéramos mayores ya no seríamos vulnerables. Pero crecer es aceptar la vulnerabilidad. Estar vivo es ser vulnerable”

Madeleine L´Engle

Vivimos en un mundo en el que falta autenticidad, andamos perdidos sin saber muchas veces quiénes somos, ni dónde vamos. Nos resulta más fácil escondernos tras unas máscaras, que mostrar nuestra verdadera esencia. Y es que, nos han enseñado a crearnos y creernos personajes, a fingir que somos fuertes y completamente invulnerables. Pues no está bien visto, tropezar, no está bien visto ser emocionalmente sensible o susceptible. Es mejor sonreír y simular que todo está bien, que gritar a los cuatro vientos que estás herido o que te has hundido.

Hace pocos días regresé de mis vacaciones en Cuba, un descubrimiento del que me llevo grandes aprendizajes. La gente en La Habana es maravillosa, amable, servicial y siempre con una sonrisa en la boca. Aparentemente felices, sin apenas tener nada. Aparentemente felices, sin necesitar nada.

Pero cuando hablas con ellos cara a cara, te acaban confesando cómo se sienten en realidad, “somos como los payasos, que sonríen por fuera y están tristes por dentro”, –nos comentó un cubano.

«Nadie es como parece», reflexioné.

Esto, me llevó a pensar que nosotros no somos muy distintos a ellos, teniéndolo todo, seguimos sin sentir plenitud y felicidad. ¿o será que la felicidad no está en lo material? Ya lo he expresado alguna vez, recuerda el post «cuando menos es más».

Disimulamos lo mejor que podemos nuestras inseguridades y miedos, creyéndonos fuertes, construyendo una capa de protección a nuestro alrededor, ¡¡¡no vaya a ser que no me acepten, no vaya a ser que me hieran o que no me quieran!!!. Nos falta AMOR, somos nuestros peores jueces y no sabemos amarnos a nosotros mismos.

Y te hablo desde la propia experiencia, yo me he autoengañado miles de veces, me he creído más fuerte de lo que soy, y he jugado un papel en el teatro de la vida que no me pertenecía. Supongo que la raíz de todo es el miedo, o tal vez, aún reina en mi cierta inconsciencia que coloca un tupido velo en mis ojos que me impide hacer consciente aquella parte de mi que no me gusta. Porque, lo admita o no, el ego siempre quiere salir a bailar. También es posible que, como a todos, no me guste ser juzgada y me duela ser malinterpretada. Aunque quizá yo también juzgue y ponga en filo a los demás.

Sin embargo, reconozco que estoy en el camino del aprendizaje, que no es una carrera de fondo, ni pretendo que lo sea, que prefiero ir poco a poco indagando en mi interior y evolucionando. Y la vida, que es un sinfín de sorpresas e incertidumbre, te (me) irá mostrando por el camino espejos en los que poder mirarte, obstáculos con los que poder crecer y retos de los que aprender. Y será en esos momentos en los que toque practicar más que nunca la aceptación, la comprensión hacia ti y hacia a los demás, porque nada ni nadie es lo que parece ser. Todos tenemos una historia y unas experiencias detrás de esas máscaras que nos han conducido a mostrar solo aquello que queremos mostrar, una ínfima parte de lo que somos en realidad. El resto, quizá, sea cuestión de tiempo y, por supuesto, de AMOR y comprensión.

#CeliaTeInspira en inteligencia emocional

 

El valor de la Aceptación

«Aceptar nuestra vulnerabilidad en lugar de tratar de ocultarla,

es la mejor manera de adaptarse a la realidad»

David Viscott

Pasan los días, y las noches, sin que nada a tu alrededor cambie. Parece que vives estable, aunque el mundo, a veces, sea cruel y desagradable. Sin embargo, aunque intentes ocultarlo, tú has cambiado, y como muchas otras veces en el pasado, ha tenido que ser con un buen tortazo. Tu interior te ha llamado, pero tú no lo habías escuchado.

Sale a la luz el dolor, así sin más, sin tu esperarlo. Llega de puntillas, en silencio, a oscuras. Se instala contigo, o más bien procede de ti. Siempre ha formado parte de ti, estaba ahí, navegando desde hace años, hacia arriba y hacia abajo. Siempre has viajado con tu mochila, o más bien con el dolor a cuestas. Pero él se ha cansado de que utilices parches para ocultarlo, ya no puede vivir, por más tiempo, en el anonimato.

Y empiezas a sentir su presencia, su incandescencia. Y empiezas a sentirte culpable, a reprocharte que has estado totalmente ciego, inconsciente, inflexible, ante el cambio que lentamente se aproximaba. Y venía y viene para algo, y hasta que no aprendas lo que te quiere mostrar, no se marchará. Creías sentirte plena y segura y comienzas a sentirte débil e insegura. Sin fuerzas, sin aliento, con unas terribles ganas de romper a llorar.

Indagas en tu interior, y descubres que no siempre te has sentido digna de amor, que no siempre has sido coherente y congruente con tus propias emociones, que no siempre has conseguido el ansiado equilibro y la armonía interna. No sabes que eres digno de Amor, hasta que tu único refugio es la dignidad, y tu fiel compañera la soledad. Y descubres, con la misma certeza que un niño cree en la magia, que el único remedio que puedes aplicar a esta tortura, es practicar el perdón.

Perdonarte te ayudará a sanarte. Y sanarte, te llevará a Aceptarte y Amarte.

Porque no hay mayor símbolo de AMOR, que la propia aceptación. Porque no hay mayor curación que sentirse digno de amor. Y Amar sin límites, sin tiempos, sin restricciones, sin lamentos. Amar todo lo que hay en ti incondicionalmente, porque forma parte de quién eres.

Y al fin aprendes que, es el AMOR el gran VALOR de la ACEPTACIÓN.

#CeliaTeInspira en inteligencia emocional

#MartesInspirados

Photo credit: Con dos eses fotografía realizada en Wild Valencia

El miedo a la independencia

“El ser humano nace libre y, sin embargo,

por todas partes se encuentra encadenado

Jean Jaques Rosseau

Desde que nacimos hemos ido creando vínculos de dependencia por miedo a sentirnos solos. Primero con nuestros padres y familiares, luego con amigos, parejas y hasta con objetos materiales. Suplimos nuestras propias carencias con las dependencias emocionales. Huimos de la soledad, porque creemos que es un lugar feo y oscuro en el que nos van a atacar los monstruos –esos que únicamente están en nuestra cabeza-.

Nos hemos inventado el miedo al abandono, como si no pudiéramos valernos por nosotros mismos, como si no hubiera vida después de que una persona se marche. Nos cuesta mucho hacernos cargo de nosotros mismos, nos supone un mundo aceptar que somos los únicos responsables y co-responsables de la vida que llevamos, sin darnos cuenta que crecer implica llevar las riendas. Y llevar las riendas incluye madurez y responsabilidad.

La dependencia, tanto de personas como de bienes materiales, acaba convirtiéndonos en esclavos y coartando la esencia de la vida, que no es otra que la libertad. Nada ni nadie te pertenece, y tú no eres posesión de nadie. No aceptes a alguien que te diga “eres mía”.

julia-caesar

Somos emocionalmente inmaduros, cuando no somos capaces de alejarnos de lo que nos hace daño, cuando no toleramos que alguien que ya no quiere estar a nuestro lado, alce el vuelo. Somos emocionalmente inmaduros, cuando seguimos pensando en el pasado, cuando nos atamos a recuerdos, a sensaciones, y a momentos que ni están, ni volverán. Cuando impedimos la libertad de los demás e imponemos nuestro propio criterio sin escuchar. Cuando paseamos con el dolor a cuestas y elegimos el papel más fácil, el de víctima. Somos emocionalmente inmaduros, cuando somos incapaces de disfrutar el ahora y de decir adiós sin culpa y sin rencor.

Aferrarte no va a salvarte, lo único que hace es cegarte. El apego, tal y como señala Sergio Fernández en su libro “Vivir con abundancia” busca seguridad en lo externo, pero nada externo puede proporcionarte lo que solo puedes encontrar en tu interior. Tu felicidad, no depende de lo que tengas o de a quién tengas, ya de por si (aunque aún no lo sepas) tienes todo para ser feliz. Te tienes a ti.

El amor,

solo es Amor,

si va firmado por la libertad y la independencia.

#CeliaTeInspira en inteligencia emocional

#MartesInspirados

Photo credit: Julia Caesar

Con el dolor a cuestas

«A veces hay que dejar ir, para poder SER»

Laura Chica

A punto de comenzar el nuevo año y tú aún sigues mirando atrás. Sigues atrapado en un bucle de pensamientos y emociones que no te permiten avanzar. Se que te han hecho daño, o tal vez, has permitido a un heridor emocional que te lo hiciera, por no poner límites a tu dignidad, por pensar que era amor verdadero y quizá, solo era toxicidad. Se que has llorado, y mucho. Se que has luchado, y mucho. Se, que te ha dolido tanto, que te cuesta volver a confiar. Pero permíteme que te diga, que todos, absolutamente todos, estamos llenos de heridas. Mas ¿no es eso lo que nos da valentía?. Seguir adelante, aún con golpes y mil cicatrices. Seguir como auténticos guerreros, caminando, derribando muros, y atravesando nuestros propios miedos, para alcanzar, al fin, la luz de una nueva oportunidad.

celia-te-inspiraNo creas a los que dicen que el dolor se sana guardándolo en una caja de recuerdos, el dolor se cura aceptando lo que te angustia, agradeciendo que te ha permitido conocerte y crecer, perdonando, y siempre, siempre, soltando. A veces, hay que saber decir No, pues también es sinónimo de amor.
Deja ya de lastimarte, la vida es casi tanto o más bonita de lo que hoy puedes notar. No es ella la que te duele, eres tú que no hueles su profundidad. Quítate la venda y observa a tu alrededor, seguro que hay personas que están dispuestas a darte la mano para que tu dolor no sea tan largo. Seguro que existen esas personas que te sonríen, te miran a los ojos y sin hablarte, te dicen “mi sueño eres tú”. Porque no lo olvides, mereces decir adiós al dolor y dar, de una vez ya, la bienvenida al presente, para poder abrazar un futuro llamado felicidad, tu felicidad.

Decide tú, si quieres continuar arrastrando todo aquello que te pesa, que no suma, sino que resta.
Decide tú, si quieres empezar de nuevo, o prefieres continuar aferrado al doloroso pasado.

Decide tú, si quieres volver a vivir y sentir, o prefieres ser un muerto viviente.
Decide tú, si eres capaz de arriesgar lo que ya ni eres, ni tienes, por todo lo que la vida te pueda entregar.

Decide tú, si te amas lo suficiente para darte, al menos, una oportunidad.
Decídelo tú, porque yo, no puedo decidir por ti.

Libérate de lo que te duele y comienza el nuevo año SIN el dolor a cuestas.

#CeliaTeInspira en inteligencia emocional

#MartesInspirados

Photo credit: Joshua Earle

Cuando menos, es más

No deis sólo lo superfluo, dad vuestro corazón”

Madre Teresa de Calcuta

Parece que cuando llega la Navidad todo el mundo se vuelve loco con las compras, con querer complacer a los de su alrededor, con colmar de regalos a los más pequeños, con intentar hacer, además, su buena acción navideña. Me gusta la Navidad por lo que significa en realidad, por poder compartir momentos con mi familia, porque son días en los que me sumerjo en mi interior y realizo un repaso de todo lo vivido durante el año.

Mas el consumismo, a veces me supera, comprar por comprar, regalar porque toca regalar, porque la sociedad lo impone, sin más sentido. «Parece como si nuestro amor se midiera en función de la cantidad y la calidad de nuestras compras» dice el escritor y filósofo Borja Vilaseca en un artículo sobre cómo sobrevivir a la Navidad.

He aprendido que no necesitamos tantas cosas. Se puede ser dichoso con menos. Los niños, no son más felices por tener todos los juguetes que ven en la tele, ni los adultos logran autorrealizarse por permitirse caprichos innecesarios. Estoy segura, que nos iría mucho mejor con otro tipo de obsequios.

He aprendido que los valores no se regalan, se enseñan y se demuestran. Y los buenos deseos, ya lo dicen, no cuestan dinero, sino tiempo.

Llegamos solos a este mundo y solos nos marcharemos. Sin nada, sin nadie. Vive tu vida como la quieras vivir, pero no uses el materialismo para ocultar tus conflictos emocionales, porque seguirán estando ahí. Déjate de cuentos. No necesitas hacer un regalo para decir “te amo” o una excusa para dar un abrazo. No necesitas que sea Navidad para hacer una buena acción, las buenas acciones deberían realizarse todos los días.

Recuerda que el SER, está por encima del tener. Cultiva tu esencia, busca a tu niño interior, ¿qué es lo que de verdad le hace feliz?, y ofrécelo a los demás. Quizá, sea solo una sonrisa, unas palabras amables, un par de besos o disfrutar de tu compañía.

Si quieres mi consejo, quédate con esto: Da aquello que quieres recibir, hoy, mañana y siempre.

Menos regalos, más abrazos.

Menos materialismo, más espiritualidad.

Menos falsedad, más autenticidad.

Menos dependencia, más libertad.

Menos sufrimiento, más gratitud.

Menos envidias, más curar heridas.

Menos destruir, más construir.

Menos tristezas, más alegrías.

Menos desconfianza, más tolerancia.

Menos pedir, más dar.

Menos rencor, más perdón.

Menos distancia, más cercanía.

Menos orgullo, más comprensión.

Menos ego, y mucho, mucho más, Amor del bueno.

Porque menos, aunque te duela, aprenderás que puede ser más.

#CeliaTeInspira en inteligencia emocional

#MartesInspirados

Photo credit: Ada by Alba Soler Photography

Historias críticas

Hay historias que no merecen ni un lamento.

Estamos hechos de historias, ellas nos forman y nos hacen ser como somos. Ellas nos han hecho ponernos capas, reaccionar de determinadas maneras y algunas veces hasta ocultar nuestra verdadera personalidad.

Las historias las crean unas personas, las viven, a veces, otras, y las recuerdan las que jamás supieron olvidar. Estamos hechos de historias que nos duelen, que nos hacen temblar si las albergamos en el miedo, o disfrutar si las llegamos a traspasar. Algunas historias nos hacen fuertes, sin embargo otras nos convierten en personas inseguras y débiles. Somos las historias que vivimos, o tal vez las que imaginamos y llegamos a soñar. Lo que está claro es que no nos podemos lamentar. ¿De qué sirve llorar por algo que ya no está? ¿De qué sirve sufrir por quién te dejó de amar? ¿De qué sirve suplicar a alguien que no te supo valorar?.

La historia siempre es propia, pues cada uno la vive de diferente manera. La víctima se puede convertir en verdugo al igual que caperucita en lobo. ¿De qué sirve juzgar si de la noche a la mañana todo puede cambiar?.

historias-criticasDecía la Madre Teresa de Calcuta que “la crítica es el cáncer del corazón”, y evidentemente quién se dedica a criticar no solamente tiene el corazón infectado. El veneno de la envidia ha poseído también su mente y su vida, que carece de sentido y de realización personal. Dedícate a sanarte, no a lamentarte. Dedícate a vivir, no a sobrevivir. Dedícate a ser quién estás destinado SER, no a quién envidias ser.

Si en el día a día existiera más afición por querer aprender y crecer, por evolucionar y dar a los demás, la crítica no sería la base de la mayor parte de las historias desalmadas. La ira no sería la mejor amiga de los que no se hacen cargo de sus vidas, y la envidia no sería la causa de tantas heridas.

Hay historias tan críticas que siguen y seguirán en un estado de coma permanente, porque sus verdaderos protagonistas han decidido que estar enfermos es mejor que tener la valentía de ser los únicos responsables y autores de sus vidas.

#CeliaTeInspira en inteligencia emocional

Photo credit: Ryan Moreno

El beso de la ansiedad

Solía hacerme visitas inesperadas, decía que era más divertido aparecer así, sin más. Para mi era una completa desconocida, pero ella se metía en mi casa, en mi cocina, en mi sofá, en mi cama… y yo no sabía como echarla. A veces, decidía acompañarme al trabajo, otras a las salidas y cenas con mis amigas, e incluso en alguna ocasión, prometo que la vi en las comidas familiares.

Para mi era una completa desconocida, pero ella me conocía más que yo misma. Sabía mis gustos, mis manías, mis deseos y mis miedos. De hecho, algunas noches, me despertaba súbitamente, abría los ojos y la veía. Sentada, a los pies de mi cama, contemplándome, sin pronunciar palabra.

Me angustiaba pensar que podía ser peligrosa, que un día me amenazara o que, sin yo quererlo, me empujara a hacer alguna locura. Y temía. Me inquietaba saber que tenía las llaves de mi mente y de mi vida. Que no podía contarle a nadie que cada vez sus visitas eran más asiduas y se convertían en días, semanas e incluso meses. Y sufría.

A momentos, pensaba que la idea más cuerda, quizá, era huir. Estar menos tiempo arraigada en casa, llenar mi día a día de sedantes: actividades, ocio, juerga y compañía. Al fin y al cabo, cuanto más me moviera más difícil le resultaría encontrarme. Otras veces, reflexionaba y llegaba a la conclusión de que lo mejor que podía hacer con ella era ignorarla, hacer como si no estuviera. Con el tiempo, seguramente, se cansaría y decidiría visitar otra casa. Mas ninguna solución me fue válida, lo intenté, ¡¡juro que lo intenté!!, y lo volví a intentar una y otra vez. Huir, ignorarla, repudiarla, echarla, rechazarla… olvidarla. Pero nada me funcionaba. Lo admito, vivía atormentada.

Hasta que un día recordé ese viejo refrán que dice “si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Y así, sin ella esperarlo, comencé a aceptarla. Empecé a mirarla de otra manera, con amor. Reconozco que hasta le cogí cariño. Me había acostumbrado a que estuviera, a su constante presencia. Sin embargo, ahora ya no me asustaba, veía más luz en su rostro y a su vez, el mío se iluminaba. Ya no sentía peligro, y había logrado normalizar la situación. Estaba tan integrada en mi vida cotidiana, que incluso le hice un hueco junto a la desconfianza, la incertidumbre, la falta de autoestima y la melancolía.

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Pero una noche se acercó sigilosamente a mi, me dio un beso en la mejilla y me susurró:

   –Gracias por aceptarme. Ya no me necesitas.

Se marchó por el mismo lugar que había entrado, y jamás la volví a ver, ni a sentir. Ese fue el momento en el que me perdoné. Por no haber abierto antes los ojos a lo que la ansiedad” me quería mostrar.

Ilustración realizada por Araceli Moya Ilustración